La pasión por el poema se parece a tu cuerpo apetecible para mí.
Es lo único que importan sin rival mientras dure el rito,
más alto que la cima sagrada para adorarla,
más duro que el árbol de todos los hechizos
donde nada muere más fogoso que el sol exaltado
cuando se hunde en el mar,
y se deja comer por su profundidad atardecida.
sábado, 17 de octubre de 2009
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